Edificada sobre una antigua mezquita, la iglesia de San Esteban tiene la planta típica de las iglesias parroquiales valencianas de época gótica, con una sola nave y capillas entre los contrafuertes. Sin embargo el templo fue profundamente alterado en estilo barroco durante el siglo XVII. Su aspecto externo es muy sobrio, destacando los contrafuertes rematados por gárgolas que sobresalen por encima de la pared lisa, la sencilla puerta que da a la plaza de San Esteban, y el campanario que se alza a los pies.
En cambio, si entramos nos sorprenderá su recargada decoración de yeserías y esgrafiados. A diferencia de otras iglesias barrocas valencianas en la de San Esteban no se recubrieron las bóvedas de crucería, que se levantaron de nuevo en el siglo XVII entre arcos de medio punto. La decoración se organiza mediante pilastras de yeso entre los arcos de las capillas que sostienen un entablamento, todo recubierto de formas vegetales y de angelotes. El fondo en cambio se pintó de colores, sobre todo de azul, dibujándose sobre él un esgrafiado blanco con ondulantes formas vegetales.
San Esteban era la iglesia de los notarios, y su cofradía patrocinó en 1682 la construcción de las capillas de los pies, con la pila bautismal de san Vicente Ferrer y san Luis Beltrán en el centro.
Alrededor del año 1560, el pintor valenciano Juan de Juanes dedicaba su tiempo a acabar la pintura que había de situarse en el retablo mayor de la Iglesia de San Esteban: una Santa Cena inspirada en la que Leonardo Da Vinci pintó para Santa Maria delle Grazie de Milán. En el centro del cuadro, justo delante de Jesús, el pintor que había de convertirse en uno de los más importantes del Renacimiento español, decidió plasmar un elemento fundamental en la escena y que Da Vinci no había incluido en la suya: el Santo Cáliz.