En el valle del rio Molinell en el municipio de Culla, Castellón, se encuentra esta masía de piedra restaurada para ser alojamiento de turismo rural. La casa conserva por fuera la estructura y el aspecto de las masías del Maestrazgo. Posee el encanto de la sobriedad, la gracia inimitable de lo que no trata de ser encantador y aun así lo es.
Los actuales dueños respetaron la fachada de piedra ocre con sus poderosos sillares y sus tejas tradicionales de barro cocido pero remodelaron el interior para hacerla acogedora sin ostentación. La chimenea es un punto de reunión para contar historias en los fríos y ventosos días del invierno. Hay un aparato de televisión no obstante para quienes lo prefieran. El horno de piedra tradicional se conservó y se halla operativo para hornear al viejo estilo.
En verano el visitante puede entregarse a la ociosidad bajo la sombra de la inmensa higuera que protege de la canícula. Con solo alargar su mano puede comer las gruesas y rezumantes bacores que penden de sus ramas. Y después darse un chapuzón en las frescas aguas de la alberca que hay al lado y desde la que se ve en desenfilada todo el valle con la verde chopera que serpentea hasta perderse de vista.
Se ofrecen varias experiencias al huésped para su solaz. Las gastronómicas incluyen desayunos (copiosos y variados, mención especial merece la copa de yogurt con crocante de avellana y estratos de sirope de arce, o las suculentas tostadas con tomate y sardina ahumada), las comidas y las cenas entre cuyos refrigerios destacan el risotto con verduras y tocino local o el cofre hojaldrado de puerros y lacón.
Se ofrece también un picnic “lujestre” (lujoso+campestre) en el que los esmerados platos pueden disfrutarse bajo el magnífico cerezo centenario en una mesa sacada de los antiguos relatos de banquetes del folklore popular.
En el ámbito fuera de lo gastronómico, se ofrecen excursiones truferas en las que nuestro experto local nos enseña cómo hallarlas bajo el umbroso dosel de los encinares. Los excursionistas se irán siempre con una de esas perfumadas perlas que da el bosque mediterráneo.
El conjunto de la experiencia del alojamiento y de la gastronomía está pensado para dar al huésped una inmersión en las sencillas alegrías de la vida en el campo y hacerle dudar de si vale la pena regresar a la vorágine urbana.